Son decenas de miles de millones los que siempre están en liza entre Comunidad, ayuntamientos regionales y el propio Ayto de Madrid. Y todos quieren meter mano a las arcas del poder y dinero que suponen esas administraciones. Recuérdese los casos de corrupción más sonados, Púnica, Lezo, Gürtel, Cofely. La sempiterna corrupción del PP, especialmente el madrileño, cuyo electorado asume con normalidad y nunca penaliza. Así que, una vez más, los cantos de sirena que tanto Casado, como Teodoro García Egea, y su ex musa del área dura, Cayetana Álvarez de Toledo, lanzaron durante su toma de posesión tras la caída de Rajoy y su equipo (2018), de poco han servido ya que apenas pasados tres años se vuelve a reproducir la guerra por el poder, el dinero y la corrupción. La diferencia es que ahora se da entre políticos “inmaduros” y cortos de preparación, aquellos que pregonaron la regeneración democrática enarbolando la generación de los naciodos en los ochenta. Egea con 37 años actualmente y Casado, hoy apenas cumplidos los cuarenta (37 cuando fue elegido presidente del PP).
La pueril pugna que ha estallado entre Casado y Ayuso, aparentemente a cuenta del cobro de unas comisiones, por la venta de mascarillas no homologadas, del hermano de las presidenta, no es sino una excusa y una nueva reedición de las cremas de Cristina Cifuentes, o de los intereses por las multimillonarias recalificaciones urbanas de los terrenos en la sierra noroeste de Madrid, cuando el "tamayazo" y la posterior escenificada en la boda de El Escorial (la hija de Aznar con toda la mafia gürteliana de smoking) . Las comisiones del hermanísimo Tomas Díaz Ayuso, nunca fueron problema para Pablo Casado y su presunta ética regeneradora, hasta que los celos por el brutal auge populista de Ayuso desafiaron sus expectativas de liderazgo nacional. De Algeciras a Estambul, Ayuso ha estado echando un pulso a Casado, midiéndose directamente con Sánchez. De esos polvos estos lodos. Nada nuevo bajo el sol. Si acaso, que al votante popular le mueve más "el prietas las filas", que destapar la olla de la corrupción. También sabido de antemano.
A los “chiquilicuatres y niñatos de Génova”, que diría Esperanza Aguirre, se les acabó la paciencia contra las excentricidades y el arrastre de la musa madrileña, la reina de la cerveza, emergida de la nada. Pero, los pecados del trumpismo y los atajos indecentes, en democracia tarde o temprano se pagan, y caros. Cuando una legión de exaltados por beber y salir de farra, confunden la libertad con la marcha y la movida, y prefieren ser ciegos y sordos a tanta enfermedad y muerte, incluso a tanto capricho y falta de transparencia democrática. Cuando tantos medios -conservadores- “renombran” y confunden deliberadamente libertad con irresponsabilidad y falta de solidaridad ¿qué tenemos?. Lo que se está viendo ahora. Unos líderes políticos con pies de barro y almas de miseria. La musa contra el emergente delfín popular. Un líder, que salió de chiripa, de un Congreso definido por la rivalidad entre dos mujeres, y que desde entonces (2018) solo ha sido capaz de construir su liderazgo basado en la crispación, el ruido, el insulto y la chabacanería, para parecerse cada vez mas a la ultraderecha de Vox. Pase lo que pase, entre Casado y Ayuso, de momento, pierde la democracia. Y por supuesto el partido conservador que no da la talla para aspirar a gobernar España.
La peronista madrileña de cuello blanco, especialistas en hacer arrumacos y victimizarse, acusa ahora de crueldad contra su familia, al mirlo blanco que desde que heredó el partido de sus mayores, no sabe por dónde le vienen las tortas. “No puede aspirar a liderar el partido alguien que no está orgulloso de su pasado. Yo lo estoy de Jose María Aznar, de Mariano Rajoy y de Manuel Fraga”, dijo Casado aquel julio del 2018 cuando, con apenas 37 años cumplidos, le entregaron el mando de un PP sentenciado por la Justicia por tantos casos de corrupción. Representaba, o pretendía representar, la regeneración. Ayuso apenas existía. Entonces cayó en desgracia la presidenta madrileña Cristina Cifuentes, y Casado se sacó de la manga a esta modosita pupila, que creía novata y sumisa, -pero al final nunca lo son- Lo que hoy sucede ahora, es la consecuencia de una lucha soterrada antigua del ex presidente Aznar que necesita colocar al mando del partido a alguien teledirigido entre bastidores. Y tatan, tatan, la idónea para ello era Ayuso. Sólo necesitaba a Miguel Angel Rodríguez, alias MAR, para horadar, desde dentro, el liderazgo de la derechita cobarde representada por Casado y su gente.
Miguel Angel Rodríguez, el brazo armado aznariano, se parece más a Vox que a Ciudadanos, y desde mayo está medrando hacia la cúpula nacional. Ella, la lideresa, es capaz de todo. Desde el mismo día de su nombramiento, vestida de largo, en medio de un atrezzo de varoncitos consejeros, la musa ha creado un estilo propio, desvergonzado y estrambótico. Con falta absoluta de sentido del ridículo. Bien repartiendo bocadillos a las puertas de un IFEMA, en plena pandemia, o paseándose gloriosa por las terrazas de Madrid, llamando a gritos al turismo de borrachera europeo. Cuando Europa se guardaba en casa y sacrificaba por vencer a una crisis sanitaria global que segó y sigue segando millones de vidas. ¿Cómo se espera que le parezca, siquiera “incorrecto”, que su hermano se aproveche de la pandemia y saque “unas perrillas” (supuestamente 286.000 euros) por vender unas mascarillas (no homologadas) en plena falta de epis sanitarios?. Total, la familia que ella protege, también salió indemne de un levantamiento de bienes, y no pasa nada.
La cuestión es que los votantes y simpatizantes del PP han tomado partido. O podríamos decir, han tomado al partido. Ahora es la calle Génova la que manda, pero no el edificio, la calle y la bronca en directo, es la que va a definir el futuro cóclave del PP. Y la calle se ha decantado por la populista peronista, la presidentas madrileña. Casado, que no se caracteriza por sus fuertes convicciones, ha dado un garrafal paso atrás, pasando de acusar a Ayuso como acostumbra a “machacar al presidente Sánchez”, a recular diciendo que “las explicaciones de Ayuso le han convencido” (lo cierto es que no hay ninguna explicación). Pero la baronía y directivos del PP han encandido la hoguera para inmolar a alguien. Y Casado y Egea tienen todas las papeletas. La prensa conservadora pide mayoritariamente la cabeza de Casado, y los barones de mayor peso, ya saben que de entre los dos, solo puede quedar uno. Ni sacrificando a Teodoro García Egea, volverían las aguas a su cauce. Congreso habrá. Seguro. Pero sólo quedará uno de los dos, y no parece que vaya a ser Casado. Si llega a la semana próxima tendrá suerte.
Entre tanto, Juan Lobato y Mónica García hacen su trabajo pulcramente exigiendo que salga la verdad, toda la verdad, de esos contratos con tufillo a tráfico de influencias. Y mientras, las empresas demoscópicas trabajan a todo trapo y ya concluyen que “la bronca total entre Casado y Ayuso deja a Vox cerca del “sorpasso” y al PSOE como líder indiscutible”. El presidente Sánchez, por su parte, se mantiene en un plano de discrecion pero ha manifestado, que no se alegra de esta monumental bronca, ya que España necesita un partido conservador sólido y responsable para que la democracia sea plena y el país avance.