El llamado Covax, fue una iniciativa de la comunidad científica internacional que perseguía el noble objetivo de hacer un reparto justo de las vacunas a todos los países del mundo. Pero sobre todo, que comprometió a los ricos a ofrecer una cantidad proporcional de millones de dosis, gratuitamente, a los más pobres. Esta iniciativa actuaría como una póliza de seguro para frenar la pandemia en los países ricos al tiempo que en los pobres actuaría como una especie de pragmático salvavidas. El objetivo del Covax era distribuir 1.100 millones de dosis en un año, y hasta ahora apenas ha llegado a los 330 millones.
Aún así, aproximadamente tres mil millones de personas se han vacunado con las dos pautas en el mundo. Lo que supone casi la mitad de la población mundial. Pero la desigualdad entre los países ricos y los pobres es brutal. Mientras en Europa la población vacunada, supera el sesenta por ciento de media, en África solo un cinco por ciento ha sido vacunada con la doble pauta. Lo que António Guterres, el secretario general de Naciones Unidas considera una vergüenza mundial, además de un acto que perjudica a la erradicación de la pandemia global. Mientras más tiempo el Covid 19 siga en expansión, mas posibilidades de que surjan variantes más peligrosas.
En España y en Europa, desde marzo del 2020, hasta día de hoy, hemos sufrido los efectos devastadores de una pandemia, para la que gracias a un esfuerzo multimillonario de la investigación científica, se descubrió una vacuna en tiempo record y se evitó la muerte de millones de personas. También gracias al sacrificio, confinamiento, restricciones de todo tipo, al que se sometieron muchos millones de ciudadanos que entendieron el peligro y actuaron en consecuencia para protegerse ellos y proteger a sus conciudadanos.
Con todo y eso, el sufrimiento, el dolor, la enfermedad y el ver morir a nuestros mayores, penetró y afectó a una inmensa mayoría de las familias y los hogares españoles y europeos. Siendo Madrid, la Comunidad Autónoma que peor gestionó el Covid en las residencias lo que originó un altísimo dato de mayores fallecidos -la mayoría en soledad- cuyos familiares han denunciado ante la Justicia y en estos tiempos se está investigando.
Por eso, genera tanta impotencia el movimiento anti vacuna, los llamados "negacionistas". Donde se junta la tendencia conspirinaica, con el fanatismo naturalista, el facherío que dice no a todo lo que viene del Gobierno, el egoísmo y la insolidaridad de ciertos iluminados, la ignorancia supina, etc. Con todos estos ingredientes, tenemos un coctel letal. Los extremos se juntan. Los tarados del mundo se juntan. Lo peor, es cuando como en este caso, resultan ignorantes e insolidarios que fomentan la enfermedad y la muerte yendo contra la salud púbica... ¡La tormenta perfecta!.
La sexta oleada otoñal del Covid-19, ese virus mortífero que no nos dejan acabar de rematar, vuelve a campar a sus anchas. Aquí en España, los negacionistas suman sólo cuatro millones, en Alemania y países de centroeuropa, se cuadruplica la cifra, por país y proporción poblacional, y vuelven a saturar los hospitales, las UCI y los cementerios. Entre estos nuevos enfermos de Covid, por desgracia para ellos, casi el ochenta por ciento son personas “no vacunadas por voluntad propia”. Ellos se lo buscan. Lo malo es ese otro 20 por ciento, que se traduce en miles de muertes que fácilmente se habrían evitado con una vacunación masiva. Sobre sus conciencias caerá ese peso.
Afortunadamente, España está a la cabeza en éxito de vacunación con un objetivo cumplido de casi el 90 por ciento, sobre la población diana. Por lo que, de momento, este incremente de nuevos contagios y hospitalizados de la sexta oleada, aquí no es todavía grave. Aunque ya hemos tenido 90.000 españoles muertos y más de cinco millones de infectados, a los que aproximadamente un diez por ciento, les han quedado secuelas de mayor o menor gravedad. Las cinco primeras oleadas, aquí, han sido peores que en otros vecinos de centroeuropa. Pero debido al éxito de vacunación español, la suerte se ha revertido.
Y ahora, en países como Alemania, actualmente se está llegando a cifras de más de 65.000 nuevos contagiados y recontagiados diarios, con cifras diarias de doscientas o trescientas muertes. Lo mismo, proporcionalmente a sus poblaciones, está sucediendo con los países del Este y centoeuropa. En todos ellos, la tasa de vacunación sobre la población diana, suele estar entre el cincuenta y cinco, el sesenta o el sesenta y cinco por ciento. Y de la tasa de hospitalizados actuales, el 85% son no vacunados (en España según Sanidad se trataría del 65%). Pero estos “tarados antivacuna”, están sirviendo de brazo exterminador a ese 15% de sus conciudadanos que son muy mayores o bien padecen salud vulnerable, inmunodeficiencias, enfermedades respiratorias, coronarias, diabéticas, etc.
¿Se puede tolerar semejante insolidaridad con los brazos cruzados?. No. Por ello, los gobiernos europeos empiezan a tomar medidas de “obligatoriedad en la vacunación”. Así como la exigencia de presentar el Certificado Covid, en establecimientos y transportes públicos. Algo que se están debatiendo aplicar también los gobiernos de las autonomías en España, como medida precautoria, ya que también aquí los incrementos de contagios diarios se están multiplicando por siete. Y en casi todos los casos se está proporcionando ya la tercera dosis a los pautados con las dos primeras. El próximo paso que se plantean las autoridades sanitarias es la vacunación de los niños hasta los 12 años que en estos momentos están subiendo por delante del resto de tramos de edad.
Un 46,2 por ciento de los españoles -según el último barómetro del CIS- cree que debería obligarse a todas las personas a vacunarse contra el coronavirus. Y en el caso de los trabajadores sanitarios y los que tiene contacto directo con el público, este barómetro se eleva. Y cómo no, los datos demuestran también que la preocupación por las consecuencias económicas y laborales de la pandemia ya es mayor que la preocupación por las consecuencias sanitarias. Pero éste ya es un capítulo aparte que analizaremos más adelante, porque con toda seguridad, será el móvil más poderoso para conseguir que los "tarados antivacunas" se vean obligados a ponerse el pinchazo a riesgo de quedar totalmente marginados de la sociedad.